
En el mundo de las llamadas “ciencias humanas,” y en especial en lo que se refiere a su enseñanza, se da un hecho paradójico: es preciso respaldarse en una tradición que es muy antigua, pero al mismo tiempo se requiere volver la vista a todo aquello que se está produciendo en nuestro tiempo. Esto es un reto tanto para el docente como para los estudiantes, ya que uno y otros pueden sentirse perdidos cuando las tareas cotidianas van de Aristóteles, quien no ha perdido vigencia después de 2,300 años, a investigaciones y teorías que se desarrollan casi al mismo tiempo que las estudiamos.
La licenciatura en psicología no escapa a esta dificultad. Por mencionar un ejemplo, la lectura del Banquete de Platón sigue siendo imprescindible si se quiere reflexionar en torno al amor, y el amor, como se sabe, es uno de esos temas que llevan a la gente a los consultorios. Algo deberemos entender entonces del asunto, si queremos estar a la altura de lo que los clientes potenciales esperarán de nosotros como profesionistas.
En el otro extremo temporal se encuentra la obra del psicoanalista francés Jacques Lacan, quien murió en 1981 (por cierto, año de fundación de la Universidad Francomexicana), pero cuya obra, por ser extraordinariamente compleja, continúa hoy en proceso de organización, de publicación y podríamos decir de “desciframiento.” Mucho de lo que Lacan enseñó ha permanecido en grabaciones o bien en esquemas que él dibujaba en los pizarrones de los lugares donde impartía su célebre seminario en París, esquemas que, a semejanza de lo que ocurrió con Einstein, eran reproducidos o fotografiados para ser posteriormente estudiados por sus discípulos. Dicho seminario se extendió desde 1954 hasta el año de su muerte y abarcó una gran cantidad de temas: las psicosis, la transferencia, la ética del psicoanálisis, etc.
Si queremos estar al día en nuestros estudios, es importante no detenernos ante las dificultades: de ahí que, al lado de otros autores clásicos y contemporáneos, en psicología se esté leyendo hoy a Lacan, en el convencimiento de que nada sino el trabajo nos llevará a superar las crisis de la humanidad.
La licenciatura en psicología no escapa a esta dificultad. Por mencionar un ejemplo, la lectura del Banquete de Platón sigue siendo imprescindible si se quiere reflexionar en torno al amor, y el amor, como se sabe, es uno de esos temas que llevan a la gente a los consultorios. Algo deberemos entender entonces del asunto, si queremos estar a la altura de lo que los clientes potenciales esperarán de nosotros como profesionistas.
En el otro extremo temporal se encuentra la obra del psicoanalista francés Jacques Lacan, quien murió en 1981 (por cierto, año de fundación de la Universidad Francomexicana), pero cuya obra, por ser extraordinariamente compleja, continúa hoy en proceso de organización, de publicación y podríamos decir de “desciframiento.” Mucho de lo que Lacan enseñó ha permanecido en grabaciones o bien en esquemas que él dibujaba en los pizarrones de los lugares donde impartía su célebre seminario en París, esquemas que, a semejanza de lo que ocurrió con Einstein, eran reproducidos o fotografiados para ser posteriormente estudiados por sus discípulos. Dicho seminario se extendió desde 1954 hasta el año de su muerte y abarcó una gran cantidad de temas: las psicosis, la transferencia, la ética del psicoanálisis, etc.
Si queremos estar al día en nuestros estudios, es importante no detenernos ante las dificultades: de ahí que, al lado de otros autores clásicos y contemporáneos, en psicología se esté leyendo hoy a Lacan, en el convencimiento de que nada sino el trabajo nos llevará a superar las crisis de la humanidad.